Por fin después de 4 años sí hay una entrada de vuelo en el blog!
El vuelo fue desde Fuentemilanos con el DG-200, unas 4 horas muy agradables.
Mi blog de aficiones: Música, Correr y Volar.
He terminado la 2ª edición del Gran Trail de Peñalara.
Esta carrera es durísima. Las hay más largas, más duras, con más desnivel, a gran altitud o en condiciones extremas, sí. No puedo ni imaginármelas. Pero en mi limitada experiencia esta carrera ha sido durísima, muchísimo más que lo más difícil que he hecho hasta ahora (que han sido 2 ediciones de los 100K en 24 horas de Corricolari).
Tanto en entrenamientos como compitiendo creo que el salto entre los maratones de asfalto y los 100K24H es menor que el salto entre estos 100K y el GTP. Al menos para mí que tengo buen aguante en largas distancias y relativamente poca fuerza en las piernas.
El Viernes me acosté tirando a tarde, sobre las 11. Mientras ponía el dorsal me asaltó una vieja duda sobre si llevarme el peto de la mochila o no, pero dándoles vueltas a los pros y contras decidí que no. Menos mal. El Sábado me desperté un rato antes de que sonasen mis 2 despertadores. Como un niño la noche de Reyes. Me asomé a la ventana, con las primeras luces se veían las cumbres de Peñalara y Bola (fácilmente identificable por las antenas). Miré a la derecha y… en la ventana de la habitación contigua había otro corredor (supongo) mirando las montañas.
Me vestí sin prisas, todo preparado: ropa, vaselina sólo en los pies (no tengo muchos problemas de rozaduras), mucha crema solar, lentillas, gorra, gafas…
Salí del hotel y retiré mi bolsa de desayuno: Bollería con chocolate (perfecto) zumo (muy rico, arriesgado porque nunca tomo) y una manzana que apenas probé. No necesito café, aunque llevo déficit de sueño estoy como una moto.
En el control de equipo me llevo mi primer “susto”. A muchos les revisan el material. A mí no, pregunto y de mala gana me leen la lista y casi ni miran qué llevo y qué no. ¿Por qué? Porque aunque pensaba que mi “equipaje” era minimalista… Era de los más grandes. Los expertos son capaces de empaquetar todo en menos espacio. Y llevan muy poca cosa. Menos mal que no llevé el peto, demasiado calor. Eso sí, yo llevaba probablemente más cantidad de azúcar y sales para tomar alimentación exclusivamente líquida sin depender de nadie en avituallamientos. Ahí acerté. Por cierto, para curiosos, mi mochila pesaba 2950 gramos con los botes de agua vacíos, lleno a tope se pone en 4650, bastones incluidos.
Paso dentro, enciendo el GPS, arranco el programa en el móvil, hago un par de fotos, acabo de desayunar y observo a los compis anónimos de carrera. En general delgaditos como los fondistas… pero con unas piernas mucho más fuertes. Hay mucho corredor de montaña, yo vengo del asfalto después de un cursillo acelerado de 2 meses. ¿Dónde me habré metido? 2ª vez que algo me dice que no estoy en mi terreno.
Dan la salida y me pongo a trotar, en alguna rampa hago amago de caminar pero al final sigo trotando. Pulso acelerado, debe ser mezcla de nervios y estar haciendo la digestión. Empiezan las rampas de Maliciosa, saco bastones. Sigo con pulso acelerado pero el camino se estrecha y es difícil adelantar… tampoco me apetece echarme a un lado ni “tapar” a nadie, así que voy “rapidito”. Gran error, no se debe ir “rapidito” en la primera cuesta de un ultra. La gente es muy “profesional”, NADIE habla, en MAPOMA los corredores hablan más. Al coronar Maliciosa me llevo doble alegría: He tardado menos que entrenando (10 Km en 1:45) y no hay que subir los últimos 10 metros. Guardo bastones, saco chocolatina (en bajada puedo darle trabajo al estómago) y empiezo a bajar.
Ahora sí que hay algo que me recuerda que no es mi terreno. La bajada. Estoy bajando más rápido que en entrenamientos, un poco asustado por el tobillo izquierdo, pero el resto de corredores ¡Impresionante cómo bajan! Eso no es nada, la élite de chicas había subido más o menos a mi ritmo… pero en bajada era aún más impresionante. TODAS las mujeres que iban a esos ritmos eran expertas y TODAS bajaban mucho más rápidas que los hombres de ese ritmo. Y yo bajo bastante peor que la media de hombres que hacen los mismos tiempos que yo. Y eso que estaba haciendo tiempos mejores de lo previsto en entrenamientos en esa misma zona. La roca seca, las marcas del camino y ver dónde pisan los demás corredores ayuda mucho.
Llegue a Canto Cochino antes de lo previsto, en 3:11, sin ninguna parada ni siquiera corta, definitivamente sin problemas de tiempo en el primer control,. En las zonas fáciles de antes preparé los polvillos de Isostar y suero dentro de las cantimploras, para hacer un avituallamiento muy rápido y afrontar la siguiente etapa. Paré menos de 2’. En ese avituallamiento adelanté posiciones, siguiendo el guión.
Mi estrategia: Comer sólido sólo antes de bajar Maliciosa (no importa tener el estómago ocupado digiriendo) y 1 solo gel para el final, por si con el fresco nocturno ya no necesitase beber. El resto, entre medio litro y 1 litro de Isostar “normal” según el tramo, más entre medio y uno de “suero de farmacia” (de 2 tipos) que tiene menos azúcar pero repone sales. Para que me salieran las cuentas de calorías había que sumar aproximadamente ½ litro de coca-cola en los 3 avituallamientos donde estaba previsto. Más la coca-cola especial de la Hoya de San Blas. Ese era el mínimo, luego, si hacía calor tenía varias dosis extra de suero, que pesa poco (23 gramos por litro de bebercio). El plan era OBLIGARME a tomar lo mínimo (cantimploras llenas, 1.7 litros + coca-colas) y añadir extra en los avituallamientos según mi estado de hidratación.
Desde Canto Cochino hasta el Refugio Giner de los Ríos se me hace corto, llego allí con un tiempo de 3:30 (10 de la mañana). Hoy estoy más descansado que las 2 veces que lo he hecho entrenando. Bien. Subo para el Collado de la Dehesilla, voy a un buen ritmo con los bastones “a un ritmo demoledor” que diría Miguel Angel G.B. Se me viene a la cabeza su expresión cuando uso bien los bastones. Zancada amplia (demasiado?) en subida. Llego arriba en 40 minutos, guardo bastones y ahora viene el tramo que menos me gusta de todo el recorrido: La bajada por el Arroyo de Coberteros.
Hoy voy con más fuerzas que en los entrenamientos en esa zona. Además parece que han dado un par de machetazos para quitar algo de vegetación. O los primeros habrán arrancado parte de las ramas con sus brazos y piernas. Me araño, pero menos que cuando entrené por ahí. Hoy está todo muy bien marcado. Y seco. Y voy acompañado. Pero en esta bajada me duelen los tobillos, bajé Maliciosa demasiado fuerte y ahora ya no soy capaz de ir a un ritmo parecido. Me adelantan todos. No me agobio, voy bien de tiempo, me estoy comiendo el “colchón” pero decido ir a “mi ritmo”. Que en bajada es lento. Nada de “técnica de carrera”, caminando y cabreado esperando al final de la cuesta.
Ahora que lo veo la bajada de marras sólo me llevó 40 minutos para 400m, tampoco está tan mal, son las 11:20
Llego abajo, hago el tramo que ha cambiado desde el año pasado (lo conozco bien de mis 2 entrenos), y ahora toca subir a la Hoya de San Blas (No será “Olla”?), cocedero de corredores de montaña. Voy bien de tiempo y sé que ahora lo que viene es muy corrible. Preparo las raciones de sales y en el avituallamiento me encuentro con Miss Pegasus que ofrece Coca-colas y Aquarius a los “enchufados”, que creo que somos muchos. Muchas gracias!! Menuda inversión personal en bebidas heladas. Me dice que Julito pasó hace un buen rato sobre el puesto 20, ahora sé que va delante. Y mucho. Esta segunda parada es de 5 minutos justos. Me pongo crema como si fuesen a prohibirla mientras camino. Hmmm, las gafas de Decathlon de 9€ además de ser más ligeras van un poco más despegadas de las pestañas y no se ensucian nada. Mucho mejores que las que usé en entrenamientos. Llevo 5 horas 7 minutos, demasiado rápido (me estoy dando cuenta mientras escribo) y definitivamente ya sin problemas con controles de tiempos.
Desde la Hoya hasta Morcuera troto todo lo que es pista, que es bastante. Es mi terreno. Despacito, pero adelantando a muchos caminantes. Ahí se me apaga el GPS. Creo que le di al interruptor al sacar algo de la mochila, entonces el programa del móvil no vio comunicación y cortó el Bluetooth. Tardé un rato en entender que había que dar a “reconectar” en el programilla. Bien, lo he resuelto todo caminando, sin parar. No he registrado 5 ó 6 kilómetros. Por eso la media de velocidad reportada se degrada, mi ritmo ahora lo estima en 13 minutos por Km. Llego a Morcuera tras 7:22 de carrera (casi las 2 de la tarde), ni bien ni mal, con los pies un poco doloridos pero sin mayores problemas. El siguiente tramo es fácil, me limito a recargar bidones (que ya llevan las sales) pero no me demoro para nada más. 2 minutos.
Empiezo la “autopista” de bajada. Aquí me pasa al revés que en el primer tramo: Hoy estoy más cansado y me resulta más pesado que en entrenamientos. No puedo acercarme ni de coña a los 5’/Km en el mejor sitio. Pero mi trote cochinero con pausas andando sale a unos 7’/Km, mejorando mi media kilómetro a kilómetro. Cumpliendo el guión. Adelantando posiciones. Eso sí, veo que los pies están muy castigados por el primer tramo y en un momento de bajonazo hasta pienso en abandonar. Pienso que es posible que no pueda bajar Peñalara que será un punto clave. Bajo un poco el ritmo. Veo corredores delante, vuelvo a trotar, los paso. De repente oigo griterío de típicos corredores contentos-escandalosos, como de maratón. Deben ir bien. Ya me pasarán. No me hace gracia, no me vuelvo. El griterío sube, me vuelvo y me dicen “Que es por aquí!!!!”, me he saltado un desvío, habría salido al camino bueno, pero dando un rodeo de un par de Km (por donde me mandaba el GPS, por el recorrido del track “oficial”.
La trocha es menos corrible y además me sabe mal pasar a los que me han evitado el rodeo. ¿A que es una buena excusa? En el área de las presillas la gente se baña, se refresca, bebe cervezas heladas y se pone al Sol por placer. Tendrán genes de lagartija, a las 3 y media de la tarde yo sigo al Sol porque no me queda otra. Llamo a casa, tengo tiempo hasta el avituallamien……Pues no, acabo de llegar sin preparar el “menú”. Decido tomarme un respirillo. No hay Coca-Cola. Bueno, sin problema, en el anterior bebí Coca-Cola y se suponía que no había, o sea que no me descuadra el presupuesto de azúcar. Además hay Aquarius. Hace calor, sólo he parado a orinar una vez así que decido abrevar hasta que el estómago diga basta. Me limitan el Aquarius, preparo extra de suero y sigo bebiendo. Como estoy sentado y a gusto me tomo un bocata de jamón. Total 11 minutos, no ha sido mucho.
Cruzo RasCaliente, digo Rascafría, me conozco la calle. Me dirijo al Puerto del Reventón en solitario (como casi toda la carrera). Subida fuerte, ahí toca andar, con bastones. Es decir, sin problemas de pies. Pillo un buen ritmo, incluso troto alguna recta con menos pendiente. Llego a picar un Km en 11 minutos, muy bien para esta temperatura. Me sube la moral, si hay que echar 3 horas para bajar Peñalara… ¿y qué? No hay problemas de tiempos y en las subidas y los llanos voy medianamente bien. Paso a bastante gente (ya me pasarán en bajada) y a las 6 de la tarde me llevo la grata sorpresa: El avituallamiento está algo antes del puerto. Menos de 2 horas para subir 800m con este calor.
Ahora sí que toca una parada seria. A pesar de lo mucho que he bebido he perdido mucho líquido en estas 2 horas, y me había grabado a fuego que por delante quedaba el tramo más largo sin avituallar, 4 horas según mis cálculos (luego fue algo más). Y aquí si había Coca-Cola (creo, ya no estoy seguro si era Aquarius) Bebí. Me senté. Bebí. Preparé brebajes. Bebí. Me puse la mochila. Bebí. Recomendé a los demás hacer lo mismo. Bebí. –Es que eso de tomar Coca-Cola en carreras no lo he probado nunca, el gas… (me dijo uno). Bebí. No lo convencí. Pero yo bebí. Y me despedí con el estómago a reventar y las cantimploras llenas. Menos mal.
A partir de ahí, con Claveles y Peñalara al fondo se crestea por llano o incluso perdiendo altura (que mina la moral sabiendo que al final hay que acabar pasando por los 2429 metros). Sin guardar bastones troté muy poco, anduve bastante y en las bajadas iba con desgana y sin ganas de machacar nada los tobillos.
Ahí, en terreno hostil para mí, completamente solo cuando no adelantado por “verdaderos corredores de montaña” tuve “una visión”. Lo que me destrozaba los tobillos son los esfuerzos laterales. Con los bastones soy habilidoso y los evito. Me olvido de la técnica de bajada (que no era factible desde hacía horas) y a partir de ahora bajaría las pendientes malas “a 4 patas” (2 + 2 bastones). Me seguían pasando, pero los tobillos no empeoraban en estas bajadas cortas y pedregosas. Bien.
Y llego a Claveles. Estoy fuerte, llevo un rato limitado por la técnica, un buen rato a 100…110 pulsaciones por minuto, subo a buen ritmo. Es muy complicado, pero voy bien. Paso corredores y excursionistas, estos últimos me parecen hasta más rápidos. Es duro de narices. El rodeo de Claves es más sencillo que lo que entrené. La roca seca ayuda mucho, es uno de mis tramos más temidos y hoy sale objetivamente lento, pero bastante menos lento que cuando lo entrené. Llego al “caos de piedra” entre Claveles y Peñalara y en 100 metros se me va el alma a los pies. Ni competir ni leches, hay que salir de ahí por un lado o por otro sin partirse una pierna, se me hace infernal y lento. Tengo los bastones en la mano y me estorban, pero estoy tan cerca que no los quiero guardar. Es objetivamente peligroso. Sin embargo, me lleva menos tiempo que en entrenamientos. Para los asfalteros como yo, estamos hablando de ir sobrado de respiración y de hacer 2 Km consecutivos en 23’ y 25’.
La subida me ha llevado 20’ más de lo que calculé en el avituallamiento, pero aquí hacía algo de fresco y el ir con el pulso tan bajo me ha reducido la sudada. Llegaré a La Granja sin pájaras ni vomitonas ni problemas graves. Corono Peñalara (Km 69) en 13:47, son las 8 y cuarto. Vaya bromita poner el lector del chip ENCIMA del vértice geodésico. Salvo la bajada final del GTP, lo que queda muy técnico lo haré de día. Ni miro el paisaje, es momento de concentrarse al 100%, mirar al suelo, asegurar cada paso y verificar si los bastones le pueden quitar trabajo a los tobillos en esta bajada, la 2ª peor del GTP. 500m en kilómetro y medio. Los Kms salen en 18 y 17 minutos, MUY bien. Los tobillos han cooperado con los bastones. Esto está hecho. Me descuido y me sacudo un hostión, el único, tengo los bastones enganchados con las correas y sólo puedo rodar. Pero tengo suerte y acabo con rozaduras en el antebrazo (tenía otra herida justo ahí de unas ramas). O sea nada, a estar más atento.
En el Chozo de Arangüez ya no quedan más bajadas técnicas hasta casi el final. Está hecho. Le doy paso a unos corredores que vienen por detrás pero no me pasan, en zona un poco más fácil van más o menos como yo. Ahí van Chusta, Ludevu (un saludo) y creo que un tal Miguel. Muy curioso, de conversación muy agradable pero sin mirarnos a la cara, todo el tiempo con 100 ojos en el suelo, me vi a mi mismo como a mi hija cuando está con la Nintendo.
Hay un 4º corredor que se quedó un poco atrás, creo que de Valencia. Me rezagué un poco y ya seguí con él hasta casi la llegada a La Granja. El recorrido por esa zona va por un sitio diferente del track oficial, es “menos corrible” que el que yo entrené. Podría correr pero pensé que puestos a trotar, mejor más adelante, en el tramo La Granja-Casa de Pesca que es más fácil. Mi acompañante y yo pillamos a un grupo, yo empecé a tirar un poco más en el asfalto y llegué un poco antes que ellos a La Granja, km 78, tras casi 16 horas de carrera y justísimos de luz natural.
Menudo oasis. La Granja estaba volcada con la carrera. El avituallamiento (y meta de la carrera corta) espectacular. Me tenía que sentar para sacar el frontal y guardar las gafas y el gorro, así que decidí darme mi único homenaje en avituallamientos. Era el sitio, después de 4 horas y pico desde el anterior.
De nuevo, la prioridad era beber, beber, beber. Luego otras menudencias como redistribuir la mochila para futuros avituallamientos, sacar frontal, luz trasera, fuera gorra. Tenía mucha arena en los pies que NUNCA me quité) y se me estaban empezando a formar mis primeras ampollas en carrera…de mi vida. Así que decidí cambio de calcetines. Dura decisión: Las medias de compresión que llevaba evitan los edemas, o sea el exceso de líquido, y yo creo que ayudan un poco a evitar las ampollas. Mis otros calcetines eran unos Injinji (de estos con deditos) que ahora no necesitaba porque los dedos estaban perfectos. Pero no eran medias de compresión.
Las medias estaban empapadas, los pies totalmente arrugados de estar mojados muchas horas. Las ampollas se estaban formando. Hice lo correcto, no debía correr con tanta agua en los calcetines y el efecto de la compresión –si existe- no es tan importante. Me puse vaselina y calcetines limpios. Vacié de arena las zapas. Le pasé la vaselina al corredor sentado a mi derecha, que también andaba perjudicado. Cuando me dispuse a correr de nuevo estaba mucho mejor.
En todo el tiempo (27 minutos) estuve sentado y los voluntarios me tuvieron como si fuese el rey de un cuento. Ofreciendo bocadillos, caldo, abrigo, membrillo, plátanos. Me tomé otro bocata de jamón, pero sobre todo bebí mucho. Entiendo perfectamente al que se retira en La Granja. Guardé bastones, me puse los guantes (seguía con camiseta de tirantes y ya tenía fresco), subí la luz del frontal y… a trotar.
Trotiandando sobre 10’/Km llegué a Valsaín, allí iba a pasar a un corredor que trotiandaba más lento que yo. Pero preferí amoldarme a su ritmo. Era Rafa, el que me pidió la vaselina (aunque lo supe mucho más tarde). Se le veía bastante experto, era su 2º GTP y su frontal no alumbraba apenas, así que los 2 ganábamos yendo juntos. O eso pensaba. El caso es que yo por ti y tú por mí, antes estábamos trotiandando y desde que fuimos juntos parece que teníamos el acuerdo tácito de no correr. No pasa nada, esto es MUY largo, quedan MUCHAS horas. Por 3ª o 4ª vez el GPS me empieza a decir que no voy por el camino correcto. ¡Qué coñazo! A veces el track “oficial” no coincide exactamente con el camino marcado. Ni caso. Pero… no hay marcas. Rafa está muy seguro, dice que vamos paralelos a la carretera (cierto, se adivinan coches) y al río (se oye). Pero no hay marcas. Insistimos un par de Km. Se ha equivocado, pero probablemente salgamos al mismo sitio. Las ampollas de los pies van mucho mejor desde el cambio de calcetines… Hasta allí.
Vemos unas luces, son voluntarios que han visto las nuestras y nos dicen ¡que es por el otro lado del Río Eresma! Hay que cruzar. Hay mucha anchura y corriente fuertecita. O sea calcetines empapados y más arena. La cagamos. Me consuela pensar que estamos en el camino bueno, que probablemente no haya supuesto nada de rodeo y que queda… hmmm… menos de medio maratón. Eso no es ná.
POR FIN llegamos al avituallamiento de Casas de la Pesca, que estaba 2 Km más lejos de lo que pensábamos. Los voluntarios me ofrecen de nuevo de todo, yo decido no cortarme y pido que me dejen… ¡Una chupa! Se extrañan. Estoy bien pero sé que en 3 minutos parado puedo empezar a temblar, no se me olvida lo del año pasado. No me quiero poner el cortavientos. Me ponen una manta de emergencia de estas plateadas. Son MUY efectivas. Pregunto por el siguiente avituallamiento, calculo y decido salir pronto para no enfriarme. He parado 5 minutos. Le ofrezco pilas nuevas a Rafa porque su frontal no alumbra nada, pero las rechaza. Salgo rápido para afrontar la Fuenfría, un poco frío, bien de fuerzas (llevo un buen rato caminando por el llano por donde pensaba trotar), sin excesivo dolor de tobillos y rabiando por la ampollas recién remojadas y rellenitas de arena.
Es el Km 90, llevo 18:44 de carrera, es la 1:15. Definitivamente no acabo en 18 horas, pero me acabo de dar cuenta, o sea que no me preocupa. Menos de medio maratón. El GPS dice que “a ese paso me quedan unas 4 horas”. Y sé que ahora viene una subida dura y una bajada peor, mi media no va a mejorar. Y me da igual, no creo que nadie me pase subiendo. Bajando más de uno, pero igual en el llano final recupero posiciones. ¿Y qué más da una posición más o menos?
P’arriba. Es la primera subida que me sube el pulso en horas (en Peñalara no se puede ir rápido sin abrirse la cabeza). ¿Objetivo? No tener que bajar ritmo, me pararía, me enfriaría (aquí hace rasca para la camiseta de tirantes) y tendría que parar a cambiarme. Voy a un ritmo medio casi “cómodo”. Los tobillos bien en subida. Las ampollas me hacen rabiar en los traspiés, pero sólo ahí. El peor Km sale en 21 minutos justos, con 200m de subida. El resto eran a 11…14, Pico en el control de Fuenfría, ahí no hay avituallamiento ni gran despliegue de medios, pero los voluntarios me reciben como si fuese el ganador. Y YA NO QUEDAN MÁS SUBIDAS DURAS. Llevo casi 20 horas, son las 2 y 20.
El camino Schmidt es corrible… pero no ahora. Paso. Voy bien, no me quiero caer con ninguna raíz. No veo a nadie ni por delante ni por detrás. Me parece que ando rápido pero no mejoro la media, entre paraditas y el cansancio hago los kms a 13 minutos. Justo la media. Es curioso, pero ese tramo de menos de 6 Km se me hace muy pesado. Pienso en la temida bajada. Cuando entrené era de día, pero tenía prisa. Ahora ya estoy mentalizado de que no pasa nada por hacer 9 Km en 2 horas. Tal vez incluso mejore la media al llegar a zonas corribles. Hace frío. Llego al asfalto del Puerto de Navacerrada y me pongo a correr para no tiritar. En el Puerto sopla el viento bastante fuerte (es un collado, el viento acelera y se nota mucho). Llego al avituallamiento corriendo rápido (debo ser el único, están sorprendidos) y a toda velocidad rechazo toda comida y bebida y me pongo gorro y cortavientos minimalista. Ya no sudo. No necesito líquido, pero podría hacer falta azúcar (tampoco mucho, es bajada), pongo a mano el único gel, compruebo que me queda ½ litro de isotónico y sin coger nada del avituallamiento salgo disparado dando las gracias a los voluntarios y diciendo que sí conozco por dónde seguir. 5 minutos.
Con las prisas y la incipiente tiritera no me di cuenta de que alguien que ya estaba en el avituallamiento salió detrás de mí. Yo estaba haciendo la subidita del Puerto al Emburriadero, fuerte para entrar en calor, vi una frontal detrás de mí. Pero la siguiente vez que miré estaba más lejos.
Al llegar arriba, otra desazón. NO encuentro el camino. Estoy al lado, lo dice el GPS, pero de noche NO vale con estar al lado. Doy vueltas en círculo durante unos minutos con el frontal a tope. Nada. Tiro la toalla y decido esperar al que (o a los que) me seguían. Retrocedo un poco a ver si los veo y… ¡Bingo! Veo docenas de marcas. En lugar de las cintas habían puesto muchas banderitas (que se suelen ver mejor), y las banderitas se “tumbaron” por el viento. Voy para abajo, sé que es duro pero con los bastones los tobillos no tienen por qué sufrir. Prioridad: no accidentarme tan cerca del final.
Y bajando la garganta del infierno, por esa zona tan vertical si veo varios frontales. Pueden estar a 1 Km. Desecho la idea de acercarme: en horizontal pueden ser 3 debidos a las “zetas”. Y a las velocidades a las que nos movemos (kms en 16 y 19 minutos) eso puede ser casi 1 hora de ventaja.
Detrás de mi veo 2 luces, pero sus portadores sí que me cazan. Son montañeros y son capaces de trotar por donde yo repto. Me aparto y flipo… y ¡tachán! Quedan solo 200m de bajada hasta La Barranca. El resto es corrible… Y voy a correr.
Les mantengo la distancia a los 2 corredores. La pendiente baja y adopto un trote bastante aceptable. Ellos se ponen a caminar. Mi frontal ha estado a tope muchas horas y pierde luz. Tiene pilas de Ferro-Litio, más potentes y con más carga, pero “mueren” más rápidamente que las Alcalinas. El Móvil-GPS lleva un rato haciendo ruidos raros, Batería baja. Batería muy baja (me da igual, ya me sé el camino). Camino equivocado. Otra vez dando la lata, si estoy por la pista de La Barranca y los corredores a los que acabo de pasar lo conocen. ¿Seguro? No, no hay marcas. Nos hemos equivocado los 3, hemos hecho unos 200m de más, pero a cambio he podido hacerlos corriendo.
La luz languidece. ¿Cambio pilas? No, aprieto los dientes. El GPS me canta un Km bien, no se había muerto. Otro ruido raro, fuerte. Se habrá muerto. Sigue. Me suena, ¿Qué demonios es? Ah… ¡El despertador que puse para 24 horas antes!. Lo paro. Veo poco. Con el ojo izquierdo apenas veo, tengo el ojo irritado y la lentilla se ha ensuciado mucho. Menos luz. Más velocidad. La pista tiene piedras que no veo, pero no tropiezo. Troto a 7’ pelaos el Km que a estas alturas parece un sprint. Paso el control de Barranca, me dicen que la meta está a 4 Km (el GPS dice 5, o sea necesito luz para 3 más o menos). Aprieto los dientes, solo veo un poco por el ojo derecho, hay una luz muy tenue del amanecer. Otro Km en 7. Necesito 15’ de luz. Se me ocurre mirar el camino con la mínima claridad y poner el frontal en modo zoom estrecho (“spot”) para buscar las marcas del camino, sé que hay un desvío que no coincide con mi track, porque pasé por ahí a la ida. Por fin lo veo! Estimo 10 minutos hasta las farolas de Navacerrada, ya me da igual ir a oscuras, ya no me pierdo.
Y de repente, farolas antes de lo que pensaba, antes de la glorieta. Lo he conseguido. Ahora no me va a adelantar nadie. Pongo el frontal al mínimo pero no bajo el ritmo, disfruto de “mi terreno” por asfalto, trotando a unos deliciosos 7’/Km que me parecen rapidísimos (objetivamente lo son). Con el gorro y el cortavientos abierto y remangado empiezo a sudar.
El final urbano lo remato con los últimos 700m a ritmo de 6:50, doy mi palabra que me sentía como un keniata esprintando para un 5.000. Creo que pasé a algún corredor, no miré mucho quería disfrutar de que después de muchas horas de no poder hacer nada mejor por mis limitaciones, ahora estaba en “mi terreno”.
Llegué a meta feliz, puesto 57, con un tiempo de 23:13.
Dejo para otro día la resaca, las valoraciones, los agradecimientos y las fotos.